Diez etapas han transcurrido ya de este Tour de Francia de
2014. Parece que solo ha pasado la primera semana y hemos llegado casi al
ecuador de la carrera que está teniendo un buen nivel pero que ha visto como
Froome y Contador, los dos máximos favoritos, han tenido que abandonar debido a
fuertes caídas.
Después de la última visita del Tour por tierras inglesas en
2007, la presente edición contaba con tres etapas que transcurrían por suelo
inglés. La primera etapa se inició en Leeds y acabó en Harrogate, lugar donde
reside la madre de Mark Cavendish. Tal vez por eso el sprinter del Omega
quiso ganar a toda costa, para lucirse delante de su orgullosa madre. Tales
fueron sus ganas que, en la lucha por ganar la posición, corneó al australiano
de Orica, Simon Gerrans, de tal forma que ambos corredores acabaron revolcados
por el suelo. La antideportiva acción de Cavs le supuso el abandono del Tour de
Francia. Cavendish quiso brillar delante de su madre y acabó como el niño que
pedalea delante de sus padres y dice aquello de “mira, mamá, sin manos”.
Gerrans solo se llevó el susto, un pequeño golpe y la oportunidad perdida de
poder disputar la etapa. Esto último, aunque no hubiese hecho la croqueta a 300
metros de la meta de Harrogate, hubiese sido solo eso, una oportunidad, ya que
nada hubiese podido hacer frente a la potencia derrochada por Marcel Kittel que
ganó con tal facilidad que parecía que estaba disputando la llegada frente a
aficionados. Victoria de etapa y jersey amarillo para el alemán, el nuevo rey
de la velocidad.
El trazado del Tour tenía preparado una bella jornada de
ciclismo de trincheras para la segunda etapa. Nueve puertos complicaban los 201
kilómetros del recorrido. Bien es cierto que ninguno era de gran entidad pero
el hecho de que haya una etapa de media montaña en la segunda jornada de una
grande es algo enternecedor, como espectador, claro. Los velocistas seguro que
maldijeron a los responsables del recorrido en todos los idiomas conocidos en
la Torre de Babel. La verdad es que la etapa resultó bonita y entretenida. Muy
parecida a una Lieja-Bastoña-Lieja, algo que aunque se haya dicho mucho, no
deja de ser verdad. La fuga compuesta por Armindo Fonseca (Bretagne), Matthew
Busche (Trek), Blel Kadri (AG2R), David de la Cruz (NetApp), Bart de Clerq
(Lotto), Perrig Quemeneur (Europcar) y Cyril Lemoine (Cofidis) nunca llegó a
gozar de mucho tiempo y fueron absorbidos por el pelotón a bastantes kilómetros
de la meta. Aun así, la escapada le sirvió a Lemoine para hacerse con el maillot
de la montaña. Ritmo muy alto al final de la etapa y Tinkoff apretando. En la
última cota, 800 metros al 11%, hubo varios movimientos que no consiguieron
fructificar pero que dejaron un grupo muy reducido en cabeza. En los cinco
kilómetros que restaban hasta la meta varias intentonas frustradas hasta que,
bajo la pancarta de dos a meta, el “Tiburón” Nibali olió la sangre, y atacó
como hay que hacer en estas ocasiones, a la contra. Todos se miraron y el
italiano aprovechó para matar no dos, sino tres pájaros de un tiro: victoria,
jersey amarillo y golpe en los morros del inconformista Vinokourov, patrón de
su equipo que había criticado públicamente sus malos resultados de la
temporada.
Al día siguiente llegada a Londres. Día lluvioso y etapa
tranquila con una escapada consentida de dos hombres de equipos que han venido
básicamente a hacer kilómetros en fuga. Jean Marc Bideau (Bretagne) y Jan Bárta
(NetApp) lucieron los maillots de sus equipos por las abarrotadas
carreteras inglesas pero sin opciones reales de victoria. Como era de esperar,
Kittel volvía a hacerse con la victoria en la volatta. Mal día para
aquel que intentase hacer dinero con apuestas “exóticas”. Andy Schleck, ex
favorito a todo, tuvo que abandonar el Tour por una caída provocada por un
espectador que pensó que el paso del pelotón era un buen momento para hacerse
una autofoto. Ligamentos de la rodilla hechos polvo y adiós a la temporada para
el luxemburgués y todo por una foto que seguramente haya salido borrosa.
¡Suerte, Andy!
En la cuarta etapa el pelotón del Tour dejaba atrás el fish
and chips inglés y recibía los crêpes franceses. Cuarta etapa en
línea, ya en suelo francés, y tercera oportunidad para los hombres más rápidos
del pelotón en la llegada a Lille. ¿Quién ganó? Sí, lo has adivinado, Kittel,
oooootra vez. Por lo menos en esta ocasión tuvo que sudar, y mucho, el triunfo
ante un Kristoff que se lo puso muy complicado. El noruego se lamentaba de la
ocasión perdida golpeando repetidas veces el manillar de su bicicleta. Premio
Caída del Día para Chris Froome que cruzó la meta, al parecer, sin daños
graves. ¡Al parecer!
Y llegó el temido día del pavés. Y con lluvia. La etapa con
final en Arenberg. Etapón. La mejor etapa de lo que llevamos de Tour y
probablemente de lo que quede. Antes de salir, los nueve tramos de pavés de la
etapa se quedaron en siete. Un suspiro de alivio soltaron los hombres de la
general y un resoplido de enfado y resignación los amantes de los adoquines,
tanto ciclistas como espectadores. Antes de rodar siquiera por el primer
adoquín saltaba la bomba del día, Froome se iba al suelo por dos veces y
abandonaba el Tour. Malas noticias de cara al espectáculo. Nos quedábamos sin
duelo Froome-Contador. A los defensores del pavés les queda el consuelo de que
la caída fue antes del primer tramo de piedras. Si se hubiese producido la
caída y el abandono en el pavés, estaríamos despidiéndonos por siempre de los adoquines
en el Tour. Vertiginosa aproximación a un primer tramo que se salva sin
problemas. Es el segundo tramo el que empieza a poner la carrera patas arriba.
Fuerte aceleración de Vanmarcke y Boom, que deciden que no es día para ayudar a
Mollema en su lucha por el Tour, el podio, el Top-5, el Top-10 o lo que quiera
que sea por lo que pelea Mollema. A la rueda de los corredores del Belkin se
agarran un sorprendente Nibali y gran parte de su inexperto, sobre el pavés,
equipo. Los demás favoritos, más retrasados, pelean dignamente como pueden por
seguir adelante. Contador rueda con miedo sobre las piedras, tanto que solo
falta que Faustino Muñoz, mecánico del pinteño, le ponga ruedines a la
bicicleta de Contador. Se van sucediendo los tramos de pavés y se van abriendo
huecos entre los especialistas, con los que rueda Nibali, y los favoritos. La
exhibición de Astaná es tal que pedrusqueros (término tomado de @_Chorbo,
@Visko_, @Fontania_ y/o algún otro
asiduo de Twitter, disculpen mi mala memoria) de la talla de Sagan o Cancellara
ceden terreno ante un cuarteto formado por Boom y tres Astaná: Nibali, Fuglsang
y Westra. En el último tramo de pavés Boom suelta a los Astaná y llega en
solitario a la meta consiguiendo así una victoria de mucho mérito. Nibali
concluye su impresionante exhibición segundo, oculto tras una capa de barro
pero contento. No solo ha salvado un día muy peligroso, sino que ha conseguido
pegar un bocado en la general de más de dos minutos con respecto al resto de
favoritos. Contador, su máximo rival para la victoria queda a 2´37”. Lo dicho,
etapón. Señores organizadores del Tour, sigan introduciendo pavés en los
futuros recorridos, por favor. Las audiencias lo agradecerán.
En la sexta etapa se produjo una nueva llegada masiva y una
nueva victoria alemana. Pero en esta ocasión no fue Kittel el ganador, sino
Greipel. Otro teutón hipertrofiado que aprovechó la no participación por
problemas mecánicos del triple ganador de etapa para llevarse la victoria al
bolsillo. De la etapa poco que destacar aparte de la polémica creada entre
Jérome Pineau (IAM) y Luis Ánge Maté (Cofidis) que acabaron muy enfadados pero
no llegaron a las manos como ocurrió con Barredo y Rui Costa en el Tour de
2010.
Al día siguiente el pelotón se dirigía hacia Nancy. Antes de
llegar a la localidad gala, los corredores debían ascender un par de cotas en
los últimos kilómetros. La subida final se encontraba a tan solo cinco
kilómetros de la llegada. Etapa en la que los velocistas puros tenían poco que
decir. De nuevo las cotas se suben a un fuerte ritmo. Sagan y van Avermaet
consiguen unos metros de ventaja pero la falta de entendimiento entre ellos
condena su intentona. Prueba suerte a falta de dos kilómetros Porte pero
tampoco es el día de gloria del australiano. Al final, un grupo bastante
reducido se planta en la llegada. En la última curva Jurgen van den Broeck toma
tierra y unos metros más adelante hace lo propio Talansky que peleaba por
meterse en el sprint. Mateo Trentin, lanzado por Michal Kwiatkowski,
consigue una apretadísima victoria por delante de un Peter Sagan que, a falta
de victorias, consolida el jersey verde de la regularidad.
Tras dos días de relativa tranquilidad llegaba el fin de
semana y con él la montaña. Etapa que constantemente picaba hacia arriba con
final en el muro de la Mauselaine. Todos los puertos, sin excesiva dureza,
estaban situados en el último tercio de la etapa. La falta de ambición de los
equipos que se jugaban la general y la imposibilidad de que los hombres rápidos
del pelotón pudiesen disputar la etapa provocó que los fugados cogieran un
tiempo que, a la postre, resultaría insalvable para los hombres importantes de
la carrera. Todo hacía indicar que el ganador de la etapa sería uno de los
fugados: el velocista Adrién Petit (Cofidis), el vencedor de Roubaix Niki
Tersptra (Omega), el prometedor Simon Yates (Orica), el veterano Sylvain
Chavanel (IAM) o el hiperactivo Blel Kadri (AG2R). Se produce un primer ataque
de Chavanel que elimina a Petit y Tersptra y deja tocado a Yates. Kadri sufre
pero contacta con el francés de IAM y un par de kilómetros más tarde
contraataca lanzando un ataque al que no puede responder el experimentado
rodador del equipo suizo. Kadri solo tiene que no confiarse y administrar su
ventaja. Por detrás el Tinkoff impone un fuerte ritmo en otro día en el que la
meteorología se ríe del verano. En el último puerto Contador ataca. Todos ceden
unos escasos segundos salvo Nibali que aguanta hasta que ve la pancarta de
meta, momento en el que aprovecha para dejarse llevar. Todo apunta a que el
Tour se convertirá en una lucha a cara de perro entre Contador y Nibali. Un par
de minutos antes, Kadri había conseguido cruzar la meta y alzarse con un
triunfo parcial, algo que había intentado una o dos veces en cada una de sus
participaciones en el Tour. Enhorabuena Kadri, por fin lo lograste.
Al día siguiente, Gallopin, Rolland y Machado, que no andaban
mal situados en la general pero acumulaban varios minutos perdidos, se lanzaron
a la aventura y se metieron en un numeroso grupo que buscaba la victoria de
etapa. Poco antes habían saltado Tony Martin, famoso por destrozar a todo aquel
que se le ponga por delante en la lucha contra el crono y Alessandro de Marchi
que venía de llevarse la clasificación de la montaña del Dauphiné. Trabajando
para Rolland e intentando dar caza a Martin y a De Marchi, cuatro Europcar
hacían todo el trabajoen el grupo perseguidor: Quemeneur, Réza, Pichot y
Gautier. Martin, lejos de ceder, iba aumentando su renta. Soltó a De Marchi
subiendo (el italiano ya lo había pasado muy mal para seguir al del Omega en la
bajada). En el pelotón Astaná impuso un ritmo muy asequible. Al final del día
cruzaba la meta en solitario Tony Martin en una nueva demostración de poderío.
Por detrás llegaba el grupo de Rolland, Machado y Gallopin con la suficiente
ventaja como para volverse a meter de lleno en la pelea por un buen puesto en
la general. De hecho Gallopin se hizo con el jersey de líder en detrimento de
Nibali, a quien no se veía muy preocupado por perder momentáneamente esa deseada
prenda.
Ayer llegó otro ansiado día, la etapa con final en la planche
de Belles Filles. Siete subidas repartidas por el recorrido y cuatro de ellas
de primera categoría. Un constante sube y baja sin apenas kilómetros de llano.
Y de nuevo con lluvia. De salida se produjo una escapada con Peter Sagan
(Cannondale), Arnaud Gerard (Bretagne), Jan Bárta (NetApp), Joaquim Rodríguez
(Katusha), Lieuwe Westra (Astaná), Thomas Voeckler (Europcar), Markel Irízar
(Trek), Amaël Moinard (BMC), Giovanni Visconti (Movistar) y Christophe Riblon
(AG2R) gracias la que el “Purito” se ha metido de lleno en la lucha por el maillot
de la montaña. Poco a poco los escapados fueron ganando distancia. Desde el
pelotón, conducido por el Lotto del líder Gallopin, saltaron Kwiatkowski y Tony
Martin. El alemán volvió a dar una lección sobre lo que es trabajar para un
líder. Metió a Kwiatkowski en el grupo cabecero y siguió tirando de todos él
solo, hasta que, 100 kilómetros más tarde, ya no pudo más y reventó en la
subida al Col des Chevrères. Martin terminaría cruzando la meta a dieciséis
minutos del ganador e inmediatamente después de... sí, señor, Fabian
Cancellara. Pero este es un pique que realmente no interesa para la general. En
el descenso del Petit Ballon, el segundo puerto de la jornada, caía el
portugués del NetApp Tiago Machado, un ciclista que llegaba con un buen punto
de forma a la carrera y que gracias a la escapada del día anterior se había
situado tercero de la general. Machado estuvo a punto de abandonar pero
finalmente siguió en carrera. El portugués cruzó último la línea de meta y vio
cómo se esfumaron sus posibilidades de hacer una buena general. Poco después y
casi terminado el descenso de ese mismo puerto, recuerdo, el Petit Ballon, las
imágenes de televisión mostraban, de pie en la cuneta, a Alberto Contador. El
máximo favorito a la victoria final, con permiso del inconmensurable Nibali,
parecía muy tocado. Astaná que había comenzado a tirar del grupo viendo la
manifiesta incompetencia del Lotto (cómo sería el ritmo del equipo belga que
incluso Greipel estuvo tirando en la subida), decidió esperar a Contador que
necesitó un vendaje en su rodilla derecha, cambio de zapatillas... cuando la
fuga con un peligroso Kwiatkowski empezaba a tomar demasiada renta, no le quedó
más remedio a los kazajos celestes que decir adiós a Contador y reanudar la
persecución. En el momento en el que el líder del Tinkoff volvió a montarse en
la bicicleta ya había perdido cuatro minutos con respecto al grupo de Nibali.
Durante veinte kilómetros Contador estuvo rodando ayudado por sus compañeros de
equipo hasta que dijo basta. Una fractura de tibia hacía inútil el esfuerzo. Se
despidió de sus compañeros, se bajó de la bicicleta y subió al coche del
equipo. Au revoir, Tour de Francia 2014. En diez etapas el Tour se
despedía de los dos grandes favoritos para ocupar el cajón más alto del podio
de París. El resto del pelotón, como debe ser, siguió hacia adelante. En lo
restante el grupo principal impuso un fuerte ritmo conducido por los hombres de
Astaná. Chevrères, penúltimo puerto y lugar ideal para comenzar las
hostilidades se quedó sin movimientos de hombres importantes. Dos minutos por
delante, “Purito” imponía su condición de mejor escalador del grupo de
escapados y se marchaba en solitario. Fue neutralizado en la bajada por Kwiato
y por Visconti pero de nuevo se marchó solo en las primeras rampas de los seis
kilómetros finales de la planche de Belles Filles. Por detrás el grupo de
favoritos se iba acercando a Joaquim. Pasaban los kilómetros y nadie se movía
hasta que bajo la pancarta de tres para meta Nibali lanzó un ataque al que
nadie pudo responder y con el que pasó a Joaquim Rodríguez. No consiguió una
gran renta de segundos, unos veinte, pero sí se reafirmó como hombre más fuerte
de la carrera. La ventaja ya la había conseguido el día de Arenberg, ahora se
trataba de asustar al resto de candidatos. Victoria de etapa, la segunda, y un
poco más de colchón para un Nibali que se ha mostrado intratable en estas
primeras diez etapas del Tour.
Y ahora ¿qué podemos esperar de lo que queda de Tour? Pues
parece difícil que alguien pueda desbancar a Nibali del primer puesto. Tendría
que perderlo él mismo. Parece complicado que los demás favoritos sean capaces
de recortarle la importante diferencia acumulada si no media un
desfallecimiento del siciliano. Los principales rivales son Richie Porte, que
venía a trabajar para Froome, y Alejandro Valverde, que está como loco por ser
tercero en París. Parece que ese es el objetivo del murciano, que chupará toda
la rueda que sea necesaria para conseguirlo. Alguien debería decirle a Valverde
que está ante su gran oportunidad. Pero no para ser tercero, sino para ganar el
Tour. Lo tiene difícil pero es posible. Pero para eso debería moverse y
proponer y no parece que esté mentalizado para eso. Del resto... Bardet es toda
una incógnita. Pinot parece en forma pero es poco fiable. Van Garderen no
parece capacitado para descontar tiempo en las subidas. Peraud bastante tiene
con aguantar con los mejores. Rui Costa y Mollema pierden un poco de tiempo en
cada final complicado. Y van den Broeck se dejó ayer 1´16” con Nibali,
demasiado como para esperar una gran reacción por su parte.
Lo que está claro es que después de la disputa de diez
etapas, el extraordinario estado de forma de Nibali y los abandonos de Froome y
Contador dejan al italiano en franca posición para llevarse un Tour que hasta
ahora está siendo bastante bonito y entretenido. Veamos cómo acaba.
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